La idea de que todo el mundo estamos hechos a partir de unos mismos componentes, como unas personas molde o unas personalidades concretas muy definidas que, mezcladas en diferentes proporciones, dan lugar a quienes somos. Pero compartiendo rasgos en común, claro, porque, al fin y al cabo, contienen los mismos ingredientes, aunque sea en diferentes proporciones. Esto explicaría el porqué a veces hay gestos, o formas de hacer, de alguien, que nos recuerdan claramente a otras personas. Y luego hay esas personas que, cuando las conoces, sabes instantáneamente que no tienen ningún adulterante, y que sólo tienen un tipo de componente, son como las personas originales, hechas sólo a partir de su propio molde, y con toda esa personalidad en toda su pureza o intensidad. No es mejor ni peor, es estadística. A la vez es una forma de imaginarse que todo el mundo somos versiones posteriores o anteriores temporalmente de una sola persona, y que uno mismo cambia tanto a lo largo de la vida que no se reconocería a sí mismo, si se encontrase con una versión ligeramente diferente, algo más joven, o más sincero, o más valiente.
