martes, 8 de junio de 2010
alonely
(...) Suerte que se giró y pude decirle adiós con la mano. Y agradecerle en silencio que se hubiese girado preocupado tantas veces por la chica a quien no conocía de nada y que estaba allí sola llorando. Sino, me imaginaba que, después de irme, él se giraría y, al no verme, pensaría "Ai va. Se ha ido la chica llorona". Y se sentiría triste y preocupado.
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